miércoles, 22 de octubre de 2008

Grandes nombres: hoy, Paulo Coelho (reloaded)

Amigos y vecinos,
En nuestro afamado Diccionario, dedicamos una entrada a Paulo Coelho, el multimillonario y espiritual escritor brasileño aficando en Copacabana, autor de maravillosas novelas sobre alquimia, vampirismo, brujeria y otras parafilias.

O carota de Ipanema.

A nuestro infalible juicio, la entrada dedicada a este famoso empresario en nuestro Diccionario era rigurosa como pocas. Aquí la tienen:

Coelho, Paulo: escritor brasileño superventas y pope espiritual del nuevo milenio, su vida está marcada por una amor intenso a las letras y los números, especialmente a los de siete cifras. Inquieto por naturaleza, Coelho ha viajado por todos los rincones del mundo, incluido su propio interior, y ha practicado numerosas disciplinas, entre las que destacan el teatro, el periodismo y la composición musical -suyas son las letras de las famosas Caminho do capirinha y A samba da meiga-. Con el transcurso del tiempo, el hippie rebelde de antaño ha dado paso al escritor místico de hoy, que declara su respeto hacia otros credos siempre y cuando sus fieles le compren libros. Discreto filántropo, ha sido distinguido por diversas instituciones benéficas como el Foro Económico Mundial o el National Bank of Switzerland.

De todas maneras, algunos comprometidos lectores con nuestra causa se han apresurado a escribirnos para compartir la noticia de que en una biografía de Coelho de próxima aparición -El mago, publicada por Planeta- se destapa la cara "oculta" de Coelho.

¡Cu, cú! ¿Quién soy?

En ella se describe cómo este mago de las finanzas, admirado en ciertos paraisos fiscales por su asombroso talento, fue un adolescente que, entre otras lindezas, atropelló a un niño y se fugó del lugar de los hechos (lo cual lo emparenta con el excelso gitano y no menos pillín Farruquito); pasó algunas temporaditas en el relajante "spa" Hospital Psiquiátrico Pedro II de Río de Janeiro donde se le administró una terapia alternativa a base de electroshocks para paliar las acuciantes alucinaciones que sufría provocadas por las cantidades industriales de droga degustadas durante años o, ya más talludito, contrató a un "negro" para que le escribiera uno de sus libros. Precioso, ¿verdad?

Sea como fuere, intuyo que en el fondo, a ustedes -acérrimos detractores del insigne iluminado- nada de esto les sorprende; e incluso se lo veían venir, seguro...

...como el Zahir,
que también las ve venir
(dicho popular brasileño, s. XVIII).


En todo caso, lo que sorprende e inquieta a partes iguales es saber que, a pesar de poder certificar a través de diversas vías su delicado estado espiritual, los libros del arrolladoramente carismático Paulinho se seguirán vendiendo por quintales métricos. E incluso la biografía en cuestión será vista por much@s cort@s de entendederas como el relato de la caída, ascesis y salvación de una magnífica persona humana que luchó con todas sus fuerzas a pesar de haber nacido en el tiempo, circunstancias y Brasil equivocados. Pero desengañémonos, amigos: en realidad, Coelho nació en el tiempo, lugar y planeta adecuados...

El Maestro, intentado protegerse con un gesto
de capoeira de la titánica idiotez de sus fieles lectores.


Y ya para acabar, y cambiando completamente de tema y registro, pues mi siguiente sugerencia nada tiene que ver con lo dicho hasta ahora, les emplazo a consultar las siguiente entradas de nuestro diccionario: canalla, fraude, payaso o vividor. Más que nada por cultura general...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Por qué será que Coelho es el favorito de tantas maestras vocacionales recién salidas de la carrera?

Ustedes no saben lo que es entrar en la sala de maestros y econtrarse que siempre hay alguna de estas mujeres -tan independientes ellas- leyendo semejante basura, con sus impecables carpetitas llenas de fotos de bebés.

Una vez probé de leer el Alquimista y ahí empezó mi carrera como forera putalocuriense.

Dr. Serra dijo...

Querido amiga: es cierto, no hemos pasado por su experiencia pero la entendemos (y compadecemos) a la perfección.
Por otra parte, le ruego que para resolver el mal que la aflige no acuda a un psicólogo: en el peor de los casos, pretendería hacerle ver que es usted quién se equivoca.
Como solución acaso algo extrema, yo más bien me decantaría por agenciarme un buen fusil de repetición y con él a cuestas... Pero si no quiere pasar el resto de su vida siendo carnaza de "La noria", como el "probe" profesor Neira, en fin, le recomendaría que cambiara de trabajo.